
Montse Flaqué, Flaqué Balsach S.A.
Decoración textil
Vestir un espacio es básico, el tejido da vida. Con intuición y técnica se pueden conseguir buenas decoraciones. Es importante jugar con las texturas y los colores adecuados, siempre pensando en el espacio y en las personas que lo disfrutarán. No solo es determinante el color de las paredes. También lo es el de las telas, tanto del sofá como el de las cortinas, de alguna alfombra y pinceladas de algún cojín, o detalles como las lámparas.
Desde el principio, atender al cliente en un estudio es una aproximación al proyecto que no se lleva a cabo hasta que se concreta en su espacio, en el que se tiene que decorar. Éste precisamente resulta un elemento clave para conocer bien cuáles son les necesidades de la persona y su manera de vivir la cotidianidad. El desarrollo de la vida diaria de la persona, ya sea en un espacio íntimo como en uno de trabajo, se tiene que poder producir de manera natural sin imposiciones ni incomodidades. Captar e intuir estas variables resulta el trabajo inicial que, a menudo, requiere de un tiempo, más o menos breve, que ayuda a definir los parámetros de dónde saldrá la propuesta definitiva.
Actualmente hay una variedad de materiales que permite adaptarse a todas las necesidades. Además de los tejidos más conocidos y trabajados, como la seda y el hilo, hay otros más actuales como las rafias, crin de caballo, lino natural y con bambú, plásticos, materiales sintéticos. El mercado es muy amplio, lo cual, precisamente, permite mezclar y experimentar en la aplicación de material. Éste puede aplicarse a cortinas, cojines, colchas, sofás, y hasta en paredes y suelos. Es frente a este abanico que algunos se sorprenden positivamente porque descubren las posibilidades que ofrece el tejido.
Esta variedad también abre el mundo de la decoración a sectores que hasta entonces no habían podido prestar atención a todo lo que embellece un espacio. El confort, pues, está al alcance y esto es un beneficio para todo el mundo, sobre todo para las personas que lo disfrutan.
A pesar de la variedad, inevitablemente existen unas modas que marcan las tendencias en la decoración. Resulta sorprendente cómo, antes de tomar decisiones en relación con los tejidos, las modas pueden condicionar el deseo y la mirada sobre los colores, de tal manera que las propuestas iniciales preconcebidas no difieren mucho las unas de las otras. Estas modas pueden provocar la estandarización. El peligro de algunas es que son pasajeras y se debería procurar que cada espacio tuviera su propio estilo, personalizado. Una buena decoración tiene que poder superar el aspecto efímero que toda moda conlleva, que supere el paso del tiempo.
Por suerte, se ha observado un giro en la sociedad, no muy pronunciado todavía, hacia la demanda de productos de calidad. Los clientes ya no quieren productos de corta duración, es decir, que, después de pocos lavados o toques de sol, pierdan las calidades que en un primer momento ofrecían. Las propiedades básicas vuelven a ser un requisito, una exigencia, y el mercado ha estado a la altura de las circunstancias. La realidad actual es que se ha permitido satisfacer la demanda y favorecer al sector.
Un aspecto que también cabe destacar es la relación entre los elementos que proponen los profesionales de la decoración en un mismo espacio. Es importante respetar una misma idea de tal modo que se consiga un conjunto armónico. Es la justa adaptación entre las partes lo que forma el todo: el espacio. La creación de éste es un trabajo conjunto y, de esta manera, la suma hace un buen proyecto.
Así pues, vestir un espacio es una creación artística donde intervienen muchos elementos y en tiempos reales diferentes. La observación, la intuición, la técnica y el conjunto armónico de todos los elementos que lo configuran son los esenciales. No se tiene que olvidar que la calidad y la variedad del tejido y de los acabados han creado un mercado amplio que ha favorecido, sin duda alguna, a un sector que con los años ofrece muchas más posibilidades.
Flaqué Balsach
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