
Entrevista a Julio Gómez Perretta, Director de PERRETTA ARQUITECTURA
"Siempre me ha interesado más la arquitectura capaz de provocar una reacción sensorial"
Gómez Perretta ha proyectado el edificio de viviendas más alto de España, situado en Valencia, futura capital del mediterráneo español.
Valencia es una de las ciudades costeras de España que viene viviendo un mayor crecimiento urbanístico de calidad. La celebración de la Copa América o la apuesta de inversores, tanto nacionales como extranjeros, que han elegido la zona para sus viviendas de vacaciones, contribuyen a ese prestigio y a su continuado crecimiento, algo que afecta directamente a los especialistas del suelo y a los arquitectos. El estudio Perretta Arquitectura es un ejemplo de ello, dedicado desde hace más de 20 años a la arquitectura integral y de calidad. Su fundador, Julio Gómez Perretta, que empezó su trayectoria en Madrid en 1980, nos cuenta su visión de la arquitectura y de la ciudad de Valencia.
¿Cuál es el sello estilístico de Perretta Arquitectura?
Uno se define perfectamente citando a sus maestros, a los que conoció y a los que le hubiera gustado conocer. Me quedaría con la fuerza de la idea llevada hasta el final de Mies, con el tesón de Oiza, con la sensibilidad mediterránea de Sert y entre todos con Richard Neutra y su arquitectura residencial.
Siempre me ha interesado más la arquitectura capaz de provocar una reacción sensorial, una movilización de los sentidos. Eso implica una búsqueda constante de espacios activos, donde la luz y las sombras, las texturas, los ritmos, e incluso el sonido sean protagonistas. Una arquitectura también de nuestro tiempo, capaz de utilizar las posibilidades actuales de la estructura y el material que nos permite fundir como nunca interior y exterior, naturaleza y arquitectura. Tal vez sea ya un tópico decirlo pero es en la arquitectura residencial japonesa donde mejor se sintetizan todas estas cualidades.
Siempre hemos intentado no limitar excesivamente nuestro ámbito de trabajo, aunque los últimos años están ligados a Valencia. Sin duda la ciudad emergente de nuestro país. Nuestro estudio está muy ligado a la ciudad y a sus transformaciones con un compromiso que nos lleva a ser colaboradores habituales en distintos medios de comunicación sobre temas de infraestructuras y urbanismo.
-Hablando de la transformación de Valencia, cabe mencionar que de entre sus edificios más emblemáticos destaca la Torre de Francia situada en el entorno del Museo de las Artes y las Ciencias. ¿Qué otros proyectos en que haya participado su estudio destacaría?
Hemos hecho grandes proyectos públicos como la reubicación del antiguo pueblo de Gavarda tras las inundaciones de Tous, hemos construido para las distintas Administraciones obras tan diversas como centros de salud, instalaciones deportivas o Iglesias, pero nuestra vocación es la arquitectura residencial.
Con los años hemos conseguido conectar con una sociedad valenciana que había dado la espalda a la arquitectura contemporánea y que en este momento vive con mucha intensidad ese clima de modernidad que impregna la ciudad. A nuestro estudio ya no llegan tan sólo clientes ilustrados, vocacionales de la arquitectura moderna, ahora, y es una gran satisfacción, acuden muchas parejas jóvenes con presupuestos muy diversos y con una gran pasión por la arquitectura.
Y cada vez acuden más promotores valencianos, protagonistas también de la transformación de la ciudad que está pasando de ser una capital de provincias a convertirse en una gran metrópoli, quizá la futura capital del mediterráneo español. Y es una satis-facción que inviertan cada vez más en una arquitectura de calidad.
Fruto de esta relación es nuestra obra de mayor escala, la Torre de Francia junto a la Ciudad de las Ciencias y las Artes, una obra emblemática que con sus 125 m de altura es por el momento el mayor edificio de viviendas de España.
-¿Cómo se construye hoy en las costas valencianas? ¿Se está abusando del paisaje con las nuevas construcciones de vacaciones?
Tenemos en la costa una oportunidad y un riesgo. Hay millones de europeos buscando un lugar donde vivir o veranear en nuestra tierra. Ése es el dato básico que genera todo lo demás. Nuestro suelo, incluso en el interior, sufre una demanda que no se da en ningún lugar de Europa en este momento, y eso genera enormes tensiones. El propietario del suelo vive con expectativas constantes de revalorización, las administraciones locales sufren presiones incluso de los propios vecinos, y lógica-mente el debate es enorme.
El reto es ordenar y canalizar esa demanda, tener muy claro qué es lo que tenemos que proteger y probablemente no tengamos más remedio que limitar la autonomía municipal y gestionar más desde la Administración autonómica, mucho más eficaz para evitar el caos y menos proclive a ceder a las presiones de unos y otros.
-Valencia ha sido elegida este año sede para la Copa América. ¿Qué re-percu-sión de tipo urbanístico representará tal evento?
Valencia está viviendo su momento. Eso sí, sin más ayuda que la de los propios valencianos, eso nos dis-tingue de la Barcelona olímpica y de la Sevilla de la Expo.
Va más allá de la Copa América. Vivimos en la ciudad central del mediterráneo español, a una hora y media de Madrid con el AVE, con el centro histórico más extenso de España, con buen clima, y con un frente litoral lleno de nuevos proyectos.
Tenemos un nuevo puerto ligado a la Copa América donde se construyen instalaciones cívicas y deportivas que provocarán que la ciudad se vuelque por fin en su mar. Y no olvidemos que en esta ciudad como en Madrid nadie te pregunta de dónde vienes, no hay problemas de identidad, ni lingüísticos y sobra hospitalidad. Todo esto la convierte en una ciudad muy atractiva.
Uno se define perfectamente citando a sus maestros, a los que conoció y a los que le hubiera gustado conocer. Me quedaría con la fuerza de la idea llevada hasta el final de Mies, con el tesón de Oiza, con la sensibilidad mediterránea de Sert y entre todos con Richard Neutra y su arquitectura residencial.
Siempre me ha interesado más la arquitectura capaz de provocar una reacción sensorial, una movilización de los sentidos. Eso implica una búsqueda constante de espacios activos, donde la luz y las sombras, las texturas, los ritmos, e incluso el sonido sean protagonistas. Una arquitectura también de nuestro tiempo, capaz de utilizar las posibilidades actuales de la estructura y el material que nos permite fundir como nunca interior y exterior, naturaleza y arquitectura. Tal vez sea ya un tópico decirlo pero es en la arquitectura residencial japonesa donde mejor se sintetizan todas estas cualidades.
Siempre hemos intentado no limitar excesivamente nuestro ámbito de trabajo, aunque los últimos años están ligados a Valencia. Sin duda la ciudad emergente de nuestro país. Nuestro estudio está muy ligado a la ciudad y a sus transformaciones con un compromiso que nos lleva a ser colaboradores habituales en distintos medios de comunicación sobre temas de infraestructuras y urbanismo.
-Hablando de la transformación de Valencia, cabe mencionar que de entre sus edificios más emblemáticos destaca la Torre de Francia situada en el entorno del Museo de las Artes y las Ciencias. ¿Qué otros proyectos en que haya participado su estudio destacaría?
Hemos hecho grandes proyectos públicos como la reubicación del antiguo pueblo de Gavarda tras las inundaciones de Tous, hemos construido para las distintas Administraciones obras tan diversas como centros de salud, instalaciones deportivas o Iglesias, pero nuestra vocación es la arquitectura residencial.
Con los años hemos conseguido conectar con una sociedad valenciana que había dado la espalda a la arquitectura contemporánea y que en este momento vive con mucha intensidad ese clima de modernidad que impregna la ciudad. A nuestro estudio ya no llegan tan sólo clientes ilustrados, vocacionales de la arquitectura moderna, ahora, y es una gran satisfacción, acuden muchas parejas jóvenes con presupuestos muy diversos y con una gran pasión por la arquitectura.
Y cada vez acuden más promotores valencianos, protagonistas también de la transformación de la ciudad que está pasando de ser una capital de provincias a convertirse en una gran metrópoli, quizá la futura capital del mediterráneo español. Y es una satis-facción que inviertan cada vez más en una arquitectura de calidad.
Fruto de esta relación es nuestra obra de mayor escala, la Torre de Francia junto a la Ciudad de las Ciencias y las Artes, una obra emblemática que con sus 125 m de altura es por el momento el mayor edificio de viviendas de España.
-¿Cómo se construye hoy en las costas valencianas? ¿Se está abusando del paisaje con las nuevas construcciones de vacaciones?
Tenemos en la costa una oportunidad y un riesgo. Hay millones de europeos buscando un lugar donde vivir o veranear en nuestra tierra. Ése es el dato básico que genera todo lo demás. Nuestro suelo, incluso en el interior, sufre una demanda que no se da en ningún lugar de Europa en este momento, y eso genera enormes tensiones. El propietario del suelo vive con expectativas constantes de revalorización, las administraciones locales sufren presiones incluso de los propios vecinos, y lógica-mente el debate es enorme.
El reto es ordenar y canalizar esa demanda, tener muy claro qué es lo que tenemos que proteger y probablemente no tengamos más remedio que limitar la autonomía municipal y gestionar más desde la Administración autonómica, mucho más eficaz para evitar el caos y menos proclive a ceder a las presiones de unos y otros.
-Valencia ha sido elegida este año sede para la Copa América. ¿Qué re-percu-sión de tipo urbanístico representará tal evento?
Valencia está viviendo su momento. Eso sí, sin más ayuda que la de los propios valencianos, eso nos dis-tingue de la Barcelona olímpica y de la Sevilla de la Expo.
Va más allá de la Copa América. Vivimos en la ciudad central del mediterráneo español, a una hora y media de Madrid con el AVE, con el centro histórico más extenso de España, con buen clima, y con un frente litoral lleno de nuevos proyectos.
Tenemos un nuevo puerto ligado a la Copa América donde se construyen instalaciones cívicas y deportivas que provocarán que la ciudad se vuelque por fin en su mar. Y no olvidemos que en esta ciudad como en Madrid nadie te pregunta de dónde vienes, no hay problemas de identidad, ni lingüísticos y sobra hospitalidad. Todo esto la convierte en una ciudad muy atractiva.