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La Gaceta de los Negocios

Iñigo Sagardoy de Simón y José María Carpena Niño, Socio y Abogado de Sagardoy Abogados

El futuro de las relaciones laborales en España

Las relaciones laborales en España han experimentado, en los últimos ocho años, un profundo proceso dinamizador. Ya con anterioridad se habían producido importantes progresos pero es en estos años, cuando gracias al diálogo social entre los distintos operadores sociales, fundamentalmente patronal y sindicatos, secundados por la autoridad gubernativa, se ha producido un mayor avance.
El cambio de siglo ha supuesto, por tanto, una flexibilización de las relaciones laborales que si bien ha producido abundantes frutos, como la creación neta de empleo, se encuentra todavía con múltiples retos que afrontar y escollos que salvar. Sin un afán por ser exhaustivo en su enumeración y tratamiento podemos anotar los siguientes aspectos y retos ante los que nos enfrentamos en los próximos años. De la respuesta a estos interrogantes, dependerán, en gran medida, el futuro de las relaciones laborales en nuestro país.
Un primer elemento lo encontramos en la precariedad laboral. La alta tasa de contratos temporales es un mal que venimos arrastrando desde la década de los ochenta, sin que se haya logrado extirpar. Eliminar este problema endémico germen de inestabilidad social, se convierte por tanto en uno de los más importantes y a la vez difíciles retos con los que se enfrentan los agentes sociales. Distintas iniciativas, como los contratos para el fomento de la contratación indefinida, han paliado este problema, pero se han mostrado insuficientes.
La flexibilización en la contratación es otro factor importante. Vivimos en un proceso de rápida y a veces traumática globalización de los procesos productivos. La competencia que suponen las economías del este europeo y la asiática impelen a adoptar medidas que ajusten nuestra competitividad. Sistemas de contratación más dinámicos son una exigencia ineludible, un claro ejemplo de ello son acuerdos empresariales de las plantas de fabricación de automóviles, por poner un ejemplo concreto, o ya en un plano más abstracto, el empuje de la contratación indefinida a tiempo parcial, que si bien aún no tiene el volumen de países vecinos, se encuentra en crecimiento.
Gran preeminencia en nuestras relaciones laborales ha tenido, y tiene, la negociación colectiva. Vehículo de paz social, la negociación de los agentes sociales, ya en el ámbito estatal, ya en el ámbito autonómico e incluso empresarial, ha retomado nueva fuerza. El papel del Estado en la regulación laboral pasa así a tener un papel secundario de tutela y regulación normativa de acuerdos previamente pactados. De esta forma se garantiza el éxito de medidas necesarias y a veces difíciles, que no se ven llegar desde la imposición. Este elemento está llamado a cobrar mayor importancia y lograr un avance profundo y duradero en el ámbito del derecho del trabajo.
El envejecimiento de la población se presenta como un foco de importantes repercusiones. Por un lado, se plantea la necesidad de alargar la vida laboral de muchas personas que al llegar a la edad normal de jubilación se encuentran en plenas condiciones de seguir aportando al tejido productivo de la sociedad. La cada vez más tardía incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo, aconseja también esta medida. Por otro lado, la Unión Europea, aconseja a los Estados miembros la adopción de medidas tendentes a este objetivo, a la vez que pone su vista en los sistemas de Seguridad Social, que se enfrentan en tiempo cada vez más cercano a un aumento masivo de perceptores de pensiones de jubilación. El temor a la insuficiencia financiera del sistema aboca a adoptar urgentes y profundas reformas. La supresión paulatina de las prejubilaciones, el aumento del período mínimo de cotización, o las limitaciones a la jubilación forzosa se presentan como medidas a barajar.
También en el ámbito de la Seguridad Social nos encontramos con el colectivo de los trabajadores autónomos, que hoy ronda la cifra de los tres millones de afiliados. Nuestro sistema de prevención ha ido adoptando recientemente medidas de protección de este sector cada vez más importante en nuestro tejido social. Lo realizado hasta el momento requiere nuevos esfuerzos de acomodo a la realidad social de estos trabajadores. Por otra parte este colectivo también está inmerso en un proceso de adaptación en sus aportaciones al sistema de la Seguridad Social.

La prevención de riesgos laborales es un aspecto de gran calado social. Asistimos a un creciente interés por solucionar otro de los males endémicos que asolan nuestro mercado laboral. La cifra de accidentes laborales, muchos de ellos fatalmente mortales, que cada año se compilan en las estadísticas, nos coloca en una posición insostenible. En este ámbito, la acción legislativa, aunque cada vez más importante, no es suficiente para atajar el problema. Se requiere que, especialmente el sector empresarial, comprenda y a su vez emprenda, una verdadera cruzada en este campo. La gravedad de la materia debe llevar a las empresas, en los próximos años, a abandonar el excesivo y a veces exclusivo formalismo a que se limita, en ocasiones, la labor de prevención.
Otro elemento de especial proyección en nuestras relaciones laborales lo constituye la necesaria conciliación de la vida laboral y familiar. Con ocasión reciente, hemos vivido iniciativas legislativas que en puridad, no han aportado una solución a este problema, habiéndolo más bien aplazado. La negociación colectiva sectorial y a nivel de empresa, debe ser quien adopte un papel preeminente en esta materia, en un entorno social en que ambos padres trabajan.
Como se puede apreciar, las relaciones laborales en España se enfrentan a numerosos retos. La incorporación de nuevos países a la Unión Europea con una mano de obra cualificada y más barata obliga a adoptar medidas urgentes que fortalezcan nuestro mercado de trabajo. La globalización de los procesos productivos agudiza estos procesos. Junto a estos factores externos, encontramos los factores propios de nuestra realidad social que exigen medidas de choque en algunos casos, como en la siniestralidad laboral, o medidas de profundo calado, como en la temporalidad de los contratos.
En un entorno de liberalismo económico, los agentes sociales deben desempeñar el papel fundamental de reformar un sistema de relaciones laborales en continuo cambio. Del ya abandonado sistema de confrontación social se ha pasado a un sistema constructivo de cooperación. Descubrir nuevos medios que fortalezcan esta cooperación hará que nuestro sistema de relaciones laborales pase con bien el continuo examen al que la realidad actual le enfrenta.

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El cambio de siglo ha supuesto una flexibilización de las relaciones laborales que si bien ha producido abundantes frutos, como la creación neta de empleo, se encuentra todavía con múltiples retos que afrontar y escollos que salvar. Sin un afán por ser exhaustivo en su enumeración y tratamiento podemos anotar los siguientes aspectos y retos ante los que nos enfrentamos en los próximos años:

 -     precariedad laboral
- siniestralidad laboral
- sistemas de contratación poco dinámicos
- consecuencias del envejecimiento de la población
- necesidad de conciliación de la vida laboral y familiar.

De la respuesta a estos interrogantes, dependerán, en gran medida, el futuro de las relaciones laborales en nuestro país.
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En un entorno de liberalismo económico, los agentes sociales deben desempeñar el papel fundamental de reformar un sistema de relaciones laborales en continuo cambio. Del ya abandonado sistema de confrontación social se ha pasado a un sistema constructivo de cooperación. Descubrir nuevos medios que fortalezcan esta cooperación hará que nuestro sistema de relaciones laborales pase con bien el continuo examen al que la realidad actual le enfrenta.
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