
Entrevista a Lluís Comerón, decano del Col·legi d'Arquitectes de Catalunya
"Hay que reivindicar el valor creativo de la rehabilitación"
En 10 años el mundo de la arquitectura ha dado un vuelco importante. De alabar a los arquitectos estrella se ha pasado a la austeridad y el sector se ha encaminado hacia la rehabilitación, algo, en opinión de Lluís Comerón, decano del COAC, no reñido con la creatividad. Al contrario, se impone una gran inventiva para mantener unos estándares utilizando elementos y espacios ya presentes. Sostenibilidad, crisis, tecnología… Comerón nos habla del pasado, el presente y los retos de futuro de la arquitectura y la construcción.
Xavier F. Vidal
-Durante la crisis muchas constructoras han reorientado su negocio hacia la rehabilitación…
Lo que ha sucedido estos últimos años es que ha desaparecido prácticamente la obra nueva y la rehabilitación ha continuado… cayendo algo, pero continuando. Por tanto, no es que una cosa haya sustituido a la otra, sino que la rehabilitación ha seguido. Se ha dado una reorientación, una adaptación a las necesidades reales y con una clara perspectiva de futuro. Yo no lo vinculo a la crisis, ya que el período anterior a ésta era la excepción. Factores de crecimiento prácticamente no quedan. Antes de la crisis hubo un contexto que propició un auge constructivo por la necesidad de nuevos habitantes: inmigración de más de un millón de personas en Catalunya, dispersión familiar (actualmente hay menos habitantes por hogar que hace unos años) y, por último, el crédito fácil. Esta conjunción de factores difícilmente se repetirá.
-¿Cuál ha sido el papel de los arquitectos en este ámbito? ¿Cómo se han reinventado?
No me gusta la palabra “reinventarse” en este sentido. Los arquitectos siempre han estado rehabilitando, la mayoría de despachos se han ido dedicando a ello. No es una reinvención, sino una adaptación a una situación habitual. Lo que sí sucede es que la rehabilitación cada vez necesita un papel diferente de los arquitectos, que van siendo útiles según las propias características de la rehabilitación van cambiando: en el aspecto energético, que no sólo es renovación o, por otro lado, la gestión, el acompañar a la comunidad en sus decisiones. Se rehabilita diferente y el arquitecto se va adaptando para poder ayudar en esta nueva situación.
-El papel del arquitecto se ha adaptado, por tanto, a la rehabilitación pero… ¿qué ha pasado con el componente “creativo”, “artístico” que, imagino, la mayoría de arquitectos poseen o creen poseer? ¿Hay alguna especie de “orgullo perdido”?
Sí que hay un componente creativo. Muchas veces percibido como innecesario, y más innecesario aún en la rehabilitación. A menudo se ha relacionado la creatividad con los grandes edificios y los arquitectos estrella, y parece que, al ponerse en crisis este sistema, también se ha puesto en crisis el aspecto creativo. A mí me gustaría reivindicarlo. Cualquier proyecto tiene un componente creativo: la organización de espacios, el buscar la mejor solución para las necesidades del cliente… esto es algo muy creativo, pero claro, no se vincula con los edificios icónicos. Dicho esto, la rehabilitación tiene un componente de creatividad igual que la obra nueva: tiene mucho de creativo el cómo redistribuir una planta, entender los elementos que ya se tienen de una vivienda para reaprovecharlos, detectar los valores activos de una casa, etc. Todo ello hace de la rehabilitación un proceso altamente creativo.
-Parece ser que el sector crece, aunque sea levemente. ¿Cuáles son las perspectivas?
A nivel económico son muy malas. Hay que ver que, aunque vaya creciendo a un 10% o un 15%, en los últimos años ha caído un 90%. Pero sí que es verdad que para el sector, las condiciones son mejores que hace siete u ocho años desde un punto de vista estrictamente de la profesión. Es decir, aún existe mucho desequilibrio entre oferta y demanda, pero hay algunos elementos, como la arquitectura sostenible, que hacen que, para el arquitecto, haya retos muy interesantes.
-El tiempo del star system arquitectónico parece haber pasado… ¿Qué viene a continuación? ¿Existirán siempre? ¿Cuáles serán los siguientes referentes?
Es que hay que distinguir precisamente el star system, que sería el equivalente a la alta costura en la moda, es decir, para un mercado de élite, de los referentes, los best practices como lo llaman los norteamericanos, que es algo conveniente. De hecho, el star system arquitectónico no ha desaparecido, simplemente se ha desplazado geográficamente. Antes trabajaban en Europa y ahora en los países ricos del golfo Pérsico, el sudeste asiático, etc. Es decir, siempre existirán si hay las condiciones económicas propicias. Aquí ha desaparecido por esto mismo.
-Pero la diferencia es que la ropa pasa, quien se pone un vestido no afecta. Me refiero a nivel de forma de vida, a quien lo contempla… pero los edificios permanecen, y afectan a sus entornos, que van evolucionando…
Exacto, y hay de todo. Por suerte, en Catalunya hay pocos edificios descontextualizados. Hay algún ejemplo de esta patología, pero no es mucha y por lo general ha habido una arquitectura bien relacionada con el entorno.
-Teniendo en cuenta que se necesita un tiempo, ¿quién cree que será un referente de aquí a un siglo? Porque, por ejemplo, diría que Gaudí es más arquitecto estrella que arquitecto referente…
Mencionaría a Enric Miralles. Gaudí, efectivamente, no es un referente replicable. Miralles tampoco lo es en la forma, pero sí en como construía, en su proceso de creación arquitectónica. Influyó decisivamente en las siguientes generaciones de arquitectos. Ignasi de Solà-Morales en el campo del urbanismo también.
-¿Es posible que de aquí a medio siglo se estudie a algún arquitecto que ahora está pasando desapercibido?
Siempre ha sido así. Aquello que impresiona en un determinado momento puede hacerlo por cuestiones estructurales o coyunturales. Si despunta por valores estables, se percibirá siempre como bueno.
-¿Qué destacaría de la arquitectura que se hace actualmente en Catalunya?
Es difícil de contestar, porque no es homogénea. Pero sí hay algo que la define, y es la austeridad. Tiene mucho valor por las condiciones actuales, y mantiene su voluntad de creatividad, pero hay demasiada austeridad y esto, a medio plazo, es una mala inversión. Hay que recuperar la normalidad, el construir con un coste óptimo para conseguir un rendimiento máximo. La austeridad, aunque está logrando niveles de confort aceptables, y ésta, en definitiva es uno de sus objetivos, puede salir cara a la larga.