Entrevista a Joan Visa, propietario de Casa Beal, cellers i vinyes d'alta muntanya
"Hemos recuperado la producción de vino en Andorra con un producto de altísima calidad"
Casa Beal es el nombre de la bodega de la familia Visa-Tor que representa el renacimiento de la producción de vinos en el Principat d'Andorra tras más de un siglo de interrupción.
-¿Cómo surgió la idea de recuperar la producción de vinos en Andorra?
Es un proyecto del que hace años que hablamos a nivel familiar, y surgió cuando encontramos unos papeles del siglo XVII que hablaban de los viñedos de nuestros antepasados. Indudablemente las condiciones climáticas y probablemente las variedades utilizadas no eran las más adecuadas para conseguir vendimias suficientemente maduras todos los años. Los conocimientos técnicos sobre la elaboración y la conservación del vino en esa época hacían muy difícil que aquellos vinos saliesen del ámbito familiar. El comercio con el exterior puso fin al vino hecho en Andorra.
-¿Cómo definiría la trayectoria de casi 25 años?
Tuvimos que hacer muchas pruebas, tanto con las cepas como con las diversas variedades, para encontrar los elementos más adecuados para cultivar en los terrenos de Casa Beal. En 2004 tuvimos que replantar nuevas cepas injertadas en estas tierras, dentro del proyecto para la recuperación de la vid de alta montaña que nosotros mismos impulsamos, y dos años más tarde ya elaboramos el primer vino de Andorra del siglo XXI. En 2006 Cim de Cel salió al mercado, y después de muchos esfuerzos obtuvimos este vino que ha recibido las mejores críticas, entre las que destaca un Great Gold en el concurso International Wine Guide.
-¿Qué ventajas les ofrece mantenerse como empresa familiar?
Hace posible aplicar técnicas impensables en empresas más grandes y permite una dedicación y un cuidado mucho más exhaustivo. Un ejemplo es la utilización del potencial climatológico, de forma natural, no industrial, y las producciones muy limitadas, de unas 2.000 botellas anuales, que garantizan siempre una elevadísima calidad. Otro ejemplo es la investigación y el seguimiento de la viña de manera constante, lo que da como resultado una mejora progresiva del producto. Nuestra apuesta es la calidad, y la familia es la base de la empresa, aunque contamos con la ayuda de técnicos agrícolas de campo. En cuanto a la distribución y el consumo, sin embargo, es una empresa internacional desde su nacimiento ya que exporta buena parte de su producción a Europa e incluso fuera del continente, como por ejemplo a Israel.
-¿Cómo consiguen esta calidad?
Gracias a la situación del viñedo, entre 1.050 y 1.100 metros de altitud, y a la vitivinicultura biodinámica, que consiste en aplicar diferentes técnicas según las fases lunares para conseguir una maduración equilibrada entre el fruto y la planta. Se hace una primera selección de las uvas en el mismo viñedo y una segunda en la cinta, justo antes de que la uva entre en la prensa.
-¿Qué características definen el vino de alta montaña Cim de Cel?
La escasa humedad ambiental durante el proceso de maduración nos permite concentrar y conservar el potencial aromático de la uva y lograr un equilibrio entre los azúcares y la acidez del mosto que ha fermentado a muy baja temperatura. El resultado es un vino de altura más fresco, aromatizado, amarillo pálido de reflejos verdosos, con presencia de perlas de carbónico. Aporta aromas intensos de frutas exóticas, como el lichi, con un toque floral que recuerda el pétalo de rosa, sobre un fondo especiado. En boca tiene una entrada potente glicérica y untuosa, en el que vuelven a aparecer aromas florales que se mantienen vivos una vez terminada la degustación. Un final elegante y persistente que hace una buena evolución en botella con un potencial de envejecimiento elevado.