
Entrevista a Dr. Miguel Ángel Losada, Director Científico de GYNEA LABORATORIOS
Los complementos alimenticios contribuyen a que no haya carencias nutricionales durante el embarazo
Las encuestas nutricionales y epidemiológicas nos alertan del consumo insuficiente de ciertos nutrientes y hoy se conocen sus repercusiones en la salud a medio y largo plazo. El doctor Miguel Ángel Losada, de Gynea Laboratorios, empresa dedicada a la fabricación de productos para el cuidado integral de la mujer, nos habla sobre acerca de cómo pueden ayudar los complementos vitamínicos y otros elementos nutricionales durante el embarazo, etapa en la que es fundamental que la mujer se alimente adecuadamente, sobre todo para contribuir al correcto desarrollo del feto.
¿Son realmente necesarios los suplementos vitamínicos y de minerales durante el embarazo?
El embarazo conlleva un aumento en la necesidad de la mayoría de los nutrientes, incluyendo las vitaminas, minerales y los llamados ácidos grasos esenciales, en especial los de la familia Omega-3, que son los más deficitarios en la dieta.
-Hablamos de una sociedad desarrollada como la nuestra, en la que se puede encontrar todo tipo de alimentos, incluso de países exóticos. ¿Cree usted que con todo esto no se cubren los nutrientes que usted menciona?
Aparentemente es cierto que tenemos una gran variedad de alimentos a nuestra disposición, el problema está en que la capacidad de escoger hace que nos volvamos más selectivos y cómodos, perdiendo la variedad y el consumo de ciertos alimentos frescos como las frutas y verduras y con ello, el aporte de ciertas vitaminas y minerales. Esto también se ha detectado con el consumo de pescados azules que aportan los ácidos grasos Omega-3.
Hoy por hoy es difícil establecer con exactitud el estatus nutricional de la madre al inicio del embarazo. Por este motivo pienso que una forma de garantizar que no existan carencias es la suplementación con un complemento nutricional que contenga aquellos nutrientes con funciones críticas en el embarazo.
-¿Existe algún riesgo con la suplementación?
Los complementos de la dieta a base de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales, que aportan dosis nutricionales, no farmacológicas, comprendidas en las recomendaciones de consumo diario, llamadas CDRs, son seguros. Existe la falsa creencia de que las vitaminas liposolubles, debido a que pueden acumularse en el organismo, son peligrosas para el feto. Esto sólo ocurre a dosis muy elevadas y consumidas durante largo tiempo. Éste sería el caso particular del retinol o vitamina A, que, por un lado es necesaria para la diferenciación de los tejidos del embrión, pero que a dosis muy elevadas puede ser perjudicial. En este punto una buena forma de garantizar el aporte de esta vitamina es a partir del consumo de carotenos, pigmentos vegetales con actividad provitamínica A y sin riesgo ninguno para el feto.
-Además de vitaminas y minerales, ha hablado de los ácidos grasos Omega-3 que proceden del pescado azul. ¿Realmente son deficitarios en nuestra dieta?
Hace tan solo unas décadas se creía que cualquier tipo de grasa debía limitarse, especialmente en personas con dolencias cardiovasculares. Con el tiempo se vio que los ácidos grasos Omega-3 no sólo no eran nocivos, sino que su consumo ejercía un carácter preventivo. Hoy en día este hecho es irrefutable y conocemos su papel, no solo en el ámbito de la salud cardiovascular, sino también sus beneficios sobre patologías crónicas como trastornos inflamatorios, inmunitarios y también en la salud materno-fetal.
A pesar de lo que conocemos sobre ellos se sigue observando que incluso en zonas costeras donde el pescado azul era tradicional, ha descendido su consumo a favor del pescado blanco, que por su baja fracción en grasa no son una fuente de este tipo de grasas esenciales para el organismo. Este déficit se ve agravado por el exceso de otro tipo de grasas más nocivas, que contribuyen a empeorar la salud cardiovascular y también la reproductiva.
-¿Por qué es tan importante recomendar el consumo de los ácidos grasos Omega-3 en el embarazo?
Dentro de la familia Omega-3, en este caso hablaríamos específicamente del DHA o ácido Docosahexaenoico. Como ya se ha citado interviene tanto en el proceso de la fertilidad, como en el desarrollo del sistema nervioso y retiniano del feto, además de influir en la duración del embarazo. Las diferentes sociedades nutricionales coinciden en recomendar su consumo ya desde el periodo preconcepcional, evidentemente en el caso de un embarazo planificado, prolongándolo hasta el final de la lactancia.
Respecto a este último punto hay que considerar que la leche materna contiene cantidades apreciables de DHA. De hecho, las leches maternizadas que se comercializan en la Unión Europea cumplen con la exigencia de incorporar este ácido graso, que también es esencial para garantizar un buen crecimiento del lactante.
Durante la lactancia es indispensable un buen aporte de Omega-3 en la alimentación materna para cubrir las cantidades que se ceden al lactante. Del mismo modo que si no se ingiere calcio, se pierde masa ósea, para los Omega-3 se ha observado un descenso a nivel del córtex cerebral materno. Se ha descrito mayor prevalencia en la depresión post-parto en madres con baja ingesta de pescado azul.
El embarazo conlleva un aumento en la necesidad de la mayoría de los nutrientes, incluyendo las vitaminas, minerales y los llamados ácidos grasos esenciales, en especial los de la familia Omega-3, que son los más deficitarios en la dieta.
-Hablamos de una sociedad desarrollada como la nuestra, en la que se puede encontrar todo tipo de alimentos, incluso de países exóticos. ¿Cree usted que con todo esto no se cubren los nutrientes que usted menciona?
Aparentemente es cierto que tenemos una gran variedad de alimentos a nuestra disposición, el problema está en que la capacidad de escoger hace que nos volvamos más selectivos y cómodos, perdiendo la variedad y el consumo de ciertos alimentos frescos como las frutas y verduras y con ello, el aporte de ciertas vitaminas y minerales. Esto también se ha detectado con el consumo de pescados azules que aportan los ácidos grasos Omega-3.
Hoy por hoy es difícil establecer con exactitud el estatus nutricional de la madre al inicio del embarazo. Por este motivo pienso que una forma de garantizar que no existan carencias es la suplementación con un complemento nutricional que contenga aquellos nutrientes con funciones críticas en el embarazo.
-¿Existe algún riesgo con la suplementación?
Los complementos de la dieta a base de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales, que aportan dosis nutricionales, no farmacológicas, comprendidas en las recomendaciones de consumo diario, llamadas CDRs, son seguros. Existe la falsa creencia de que las vitaminas liposolubles, debido a que pueden acumularse en el organismo, son peligrosas para el feto. Esto sólo ocurre a dosis muy elevadas y consumidas durante largo tiempo. Éste sería el caso particular del retinol o vitamina A, que, por un lado es necesaria para la diferenciación de los tejidos del embrión, pero que a dosis muy elevadas puede ser perjudicial. En este punto una buena forma de garantizar el aporte de esta vitamina es a partir del consumo de carotenos, pigmentos vegetales con actividad provitamínica A y sin riesgo ninguno para el feto.
-Además de vitaminas y minerales, ha hablado de los ácidos grasos Omega-3 que proceden del pescado azul. ¿Realmente son deficitarios en nuestra dieta?
Hace tan solo unas décadas se creía que cualquier tipo de grasa debía limitarse, especialmente en personas con dolencias cardiovasculares. Con el tiempo se vio que los ácidos grasos Omega-3 no sólo no eran nocivos, sino que su consumo ejercía un carácter preventivo. Hoy en día este hecho es irrefutable y conocemos su papel, no solo en el ámbito de la salud cardiovascular, sino también sus beneficios sobre patologías crónicas como trastornos inflamatorios, inmunitarios y también en la salud materno-fetal.
A pesar de lo que conocemos sobre ellos se sigue observando que incluso en zonas costeras donde el pescado azul era tradicional, ha descendido su consumo a favor del pescado blanco, que por su baja fracción en grasa no son una fuente de este tipo de grasas esenciales para el organismo. Este déficit se ve agravado por el exceso de otro tipo de grasas más nocivas, que contribuyen a empeorar la salud cardiovascular y también la reproductiva.
-¿Por qué es tan importante recomendar el consumo de los ácidos grasos Omega-3 en el embarazo?
Dentro de la familia Omega-3, en este caso hablaríamos específicamente del DHA o ácido Docosahexaenoico. Como ya se ha citado interviene tanto en el proceso de la fertilidad, como en el desarrollo del sistema nervioso y retiniano del feto, además de influir en la duración del embarazo. Las diferentes sociedades nutricionales coinciden en recomendar su consumo ya desde el periodo preconcepcional, evidentemente en el caso de un embarazo planificado, prolongándolo hasta el final de la lactancia.
Respecto a este último punto hay que considerar que la leche materna contiene cantidades apreciables de DHA. De hecho, las leches maternizadas que se comercializan en la Unión Europea cumplen con la exigencia de incorporar este ácido graso, que también es esencial para garantizar un buen crecimiento del lactante.
Durante la lactancia es indispensable un buen aporte de Omega-3 en la alimentación materna para cubrir las cantidades que se ceden al lactante. Del mismo modo que si no se ingiere calcio, se pierde masa ósea, para los Omega-3 se ha observado un descenso a nivel del córtex cerebral materno. Se ha descrito mayor prevalencia en la depresión post-parto en madres con baja ingesta de pescado azul.